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Naturaleza en peligro: Cómo el muro fronterizo entre EE.UU. y México afecta a la vida salvaje
En medio de la vasta extensión del desierto sonorense, entre San Luis Río Colorado y Sonoyta, se encuentra la fonda La Liebre del Desierto. Situada junto a la carretera, dentro de la Reserva de la Biosfera del Pinacate y Gran Desierto de Altar, su nombre proviene del apodo de su propietaria, Elsa Ortiz Ramos, quien ha administrado el establecimiento durante más de veinte años.
El local, construido con cemento, láminas galvanizadas y paneles de madera, es la única parada en un tramo de casi 200 kilómetros de desierto dominado por saguaros y ocotillos. La tenacidad de Ortiz Ramos va más allá de su sencillo menú. Cada quince días paga de su bolsillo la entrega de 20.000 litros de agua para distribuirla en abrevaderos ubicados estratégicamente en la zona, aliviando la sed de numerosas especies animales.
“Los cuervos se acercan a la casa y gritan para avisar que ya no hay agua… es nuestra alarma”, comenta Ortiz Ramos, reflejando la energía de una tierra que en 2023 fue uno de los puntos más calientes del planeta. Este trabajo altruista contrasta con los efectos de la construcción del muro fronterizo entre EE.UU. y México, que ha devastado áreas naturales críticas.
El manantial de Quitobaquito, vital tanto para humanos como para animales, ha sido restringido del lado estadounidense debido al muro. Federico Godínez Leal, ingeniero agrónomo, documenta la diferencia dramática a ambos lados de la barrera, observando esqueletos de fauna que no logró sobrevivir.
El gobierno de Estados Unidos, entre 2017 y 2021, erigió más de 730 kilómetros de barreras fronterizas de acero, una medida criticada por su impacto ambiental. Estas barreras han perturbado la fauna silvestre, aislando ecosistemas y bloqueando rutas migratorias vitales para numerosas especies, ya que muchas dependen de grandes áreas abiertas para su supervivencia.
El muro también ha fragmentado comunidades humanas y animales. La nación Tohono O’odham, por ejemplo, ha visto sus tierras ancestrales divididas, afectando profundamente a su gente. A pesar de la actual pausa en la construcción, las secciones inconclusas siguen causando problemas significativos.
Investigaciones ecológicas en las áreas afectadas, como las lideradas por Ganesh Marín Méndez, de la Universidad de Arizona, muestran una disminución en la presencia de fauna cercana al muro. La infraestructura ha alterado patrones naturales y fragmentado hábitats esenciales para especies como el jaguar y el berrendo sonorense.
A esta situación se suma el desafío del cambio climático, que obligará a muchas especies a migrar hacia nuevos hábitats, obstaculizados por el muro. Estudios indican que para 2070, varias especies de mamíferos y aves deberán moverse a territorios actualmente no habitados por ellas.
Godínez Leal y líderes comunitarios de los ejidos Toboyori y Vicente Guerrero han fundado la Fundación Maggol para monitorear y mitigar los impactos del muro. El trabajo de acarrear agua al desierto, realizado por voluntarios, representa un esfuerzo noble y desalentador.
En septiembre de 2023, la Convención del Patrimonio Mundial de la UNESCO instó a acciones binacionales para abordar los impactos del muro. A pesar de la barrera, la migración humana ha aumentado, mostrando que, aunque el muro frena la fauna, no detiene a las personas.
Mientras Estados Unidos enfrenta nuevas promesas políticas para continuar la construcción del muro, la comunidad y fauna del desierto sonorense luchan por sobrevivir, reflejando una profunda división que va más allá de la infraestructura física.