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Artista que desafía el desierto: “No quiero ser Santo Alvaro”

Álvaro Enciso, un artista de 78 años, ha estado creando un conmovedor homenaje a migrantes que han perdido la vida en el desierto de Arizona. Durante más de diez años, ha ensamblado 1.700 cruces con madera recuperada, trabajando desde su taller en Tucson.
Cada semana, él y un grupo de voluntarios se aventuran en zonas desérticas del sur de Arizona para plantar estas cruces en los lugares donde migrantes han fallecido al intentar cruzar la frontera entre México y Estados Unidos.
Estos monumentos sencillos, en muchos casos, son la única lápida que las víctimas tienen. En un reciente martes de julio, Enciso plantó una cruz vibrante de color naranja en honor a Cruz Ramos Chajal, quien falleció a causa del calor extremo mientras intentaba cruzar cerca de Sasabe, Arizona, un pequeño pueblo fronterizo.
Un voluntario de Tucson Samaritans muestra las coordenadas GPS que indican dónde murieron Isaías Choc Chen y Darwin García en años anteriores. – Simon Feisthauer Fournet/TucsonSentinel.com
El despliegue de cruces se convierte no solo en un acto de recordación, sino también en un comentario sobre la crisis migratoria. Enciso, que se considera un artista más que un activista, hace hincapié en el significado profundo de su labor. “Estas cruces cambian el paisaje, no pertenecen aquí. Pero un migrante muriendo aquí tampoco debe estar en este lugar,” afirmó mientras rodeaba a un grupo de estudiantes que lo ayudaban.
Enciso conecta estas muertes con historias más complejas, señalando que cada víctima tenía sueños y expectativas. “Esa persona tenía un destino en este país. Esa persona no llegó,” reflexionó, considerando el impacto de cada tragedia en sus familias y comunidades.
Un voluntario bendice la cruz de Ramos Chajal con agua y un rosario. – Cris Seda Chabrier/TucsonSentinel.com
La obra “Donde mueren los sueños” es fruto de su deseo de explorar la migración. Aunque ha ganado reconocimiento, Enciso reitera que no busca ser visto como un santo. “No quiero ser Santo Álvaro. Quiero ser Álvaro,” declaró, enfatizando su enfoque artístico y su deseo de ser comprendido en un contexto más humano.
Originario de Colombia, Enciso se trasladó a Estados Unidos en su adolescencia. Su experiencia previa como antropólogo cultural influyó en su arte, que inicialmente abordó temas de integración y pertenencia. Sin embargo, su enfoque cambió cuando se mudó a Arizona, donde quedó impactado por la cantidad de muertes de migrantes.
La comunidad ha recuperado más de 4,000 restos humanos en la frontera de Arizona, evidenciando las consecuencias de un sistema que ha empujado a los migrantes hacia áreas más peligrosas. Las cruces de Enciso no representan solo muertes; son también un símbolo de rechazo a las políticas que, según él, no entienden la desesperación y la búsqueda de una vida mejor.
Sin embargo, Enciso está desilusionado por la falta de acción estructural. Considera que las organizaciones humanitarias, en su mayoría dirigidas por personas de clase media, están haciendo un trabajo insuficiente. “Eso no da para mucho,” dijo sobre sus esfuerzos. La participación activa de la comunidad latina, añadió, es esencial para abordar los problemas a un nivel más profundo.
En un giro esperanzador, la compañía de jóvenes voluntarios lo motiva. Isabel Pan, una estudiante que ayudó a llevar una cruz, describió la carga emocional de su tarea. “Llevar la cruz era casi como llevar un cuerpo en un ataúd,” compartió, reflejando la íntima conexión que estos actos de recuerdo generan.
Las cruces representan, por encima de todo, un legado. Enciso visualiza un futuro en el que, incluso cuando el tiempo destruye estos monumentos, su significado y el recuerdo de los soñadores perdidos perduren. “Dentro de 200 años, las personas empezarán a encontrar estos pedazos y preguntarán: ‘¿qué pasó aquí?'” concluyó, reafirmando su compromiso con esta labor conmovedora.